Contenidos

Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Filosofía y arte


Autora Ana Azanza

Algunos de los integrantes del Mochuelo nos hemos visto las caras en Málaga este fin de semana. Era el octavo congresos de la Aafi, "Filosofia y arte" y he puesto esta foto que amablemente me envía Romualdo de la conferencia inaugural impartida por Valeriano Bozal, catedrático de la Complutense. Tanto él como Carlos Thiebaut trataton la difícil cuestión de las relaciones entre Ética y Éstética. Ese reino de la mentira que parece el arte cuando da tantas imágenes de la misma cosa, o cuando sirve con la belleza para exaltar regímenes tiránicos como fue el caso de determinadas manifestaciones grandiosas de la era nazi:  Emocionarse ante la obra de arte sin aceptar el mensaje propagandístico, todo un equilibrio que a mí particularmente me resulta más que difícil imposible.


Thiebaut lo explicó con las dos perspectivas de un bombardeo sobre las ciudades alemanas: desde arriba, la posición científica del que tiene que calcular posición, altura, fuerza de las bombas y desde abajo, el que ve los efectos arrasadores sobre la población. Tensión no resuelta de las dos perspectivas en la elaboración de la experiencia del daño.

Más cercano en el tiempo nos recordó la anécdota en la guerra del Golfo I, cuando en la primera guerra transmitida por televisión en directo el locutor ante los efectos de un bombardeo exclamó: "¡parece un árbol de Navidad!"

¿Es posible juntar las dos perspectivas?, ¿la de la ciencia que calcula para bombardear mejor y la del choque emocional que produce el daño infringido a la población? Ante estos ejemplos es cuando vemos mejor la dialéctica negativa de la Ilustración. Sin compasión la razón se vuelve loca. Nos perdemos. Thiebaut habló de "quedarse sin palabras". Las víctimas no pueden hablar de su propia historia.

Luis Manuel Ruiz disertó sobre el arte de narrar: ¿escapismo o conocimiento? Nos recordó que contar cosas nos sirve para enfrentarnos a ellas, y que todo el mundo tiene algo que contar. El instinto de narrar es más primario que el de pensar, contradiciendo así las primeras palabras de la Metafísica. Nos narramos continuamente para poder comprendernos.

Contar cuentos nos sirve para superar nuestra humana desolación, porque sabemos que hemos de morir. Lo que nos distingue del animal, cada gato es el gato eterno, no sabe que es finito. Nosotros sí, el animal ignora el tiempo, es como una deidad, parafraseando a Schopenhauer.

La ciencia basada en la estadística no hace justicia a la persona de cada cual, el mito que cada uno somos nos lo contamos a nosotros mismos. La filosofía nació del mito, y aunque a algunos no les sienta nada bien recordarlo, la filosofía no puede ni debe alejarse mucho del mito. La buena filosofía ronda siempre lo mítico.

En palabras de Vargas Llosa las novelas mienten porque expresan una verdad que sólo puede ser expresada así: las vidas que no nos resignamos a no tener.

No me gustaría "destripar" la conferencia de Miguel Florián. pues haciendo honor a su condición de poeta escuchamos una disertación poética. Espero volver a saborearla publicada en Alfa como se merece. Florián reconoció que su acercamiento a la filosofía es literario y que volver a ser niño es el sentido de la vida. Poeta, filósofo, niño, hombre primitivo, casi en una ecuación de igualdad. El sentir poético es monista, todo está conectado, todo se relaciona con todo, no hay dispersión. El poeta no lo sabe, lo presiente. Desde el silencio primordial se alza el poema. Lo primero es el silencio, lo "sin voz".

No sé cuál de los tres ponentes en esta primera mesa nos dió un "truco" para redescubrir la filosofía: leerla como si fuera literatura.

Por la tarde de este primer día nuestros compañeros Francisco Javier García Moreno y Rafael Robles incidieron en los aspectos técnicos de las nuevas tecnologías que cuesta incorporar al aula, pero que tan buenos resultados dan a los que las dominan. Rafael Robles nos indicó su web donde podemos encontrar recursos y preguntar dudas si queremos incorporar a la clase de filosofía estos nuevos instrumentos: rafaelrobles.com.

Tuve en mis manos como todos los demás asistentes el libro digital, tan poco romántico y tan útil. Lo pensaba al manejar la pantalla en la que se pueden almacenar decenas de libros gordos, y recordaba mi maleta de este verano imposible de arrastrar debido al papel de mis libros...

El cine, el viejo y el nuevo en la ponencia de Romualdo Benítez, siempre ocasión para pensar, incluso para entender o al menos acercarse al difícil imperativo categórico kantiano, ya sea con "Solo ante el peligro" o "Doce hombres sin piedad". Opino que tenemos una dificultad cultural en España en general y en Andalucía en particular para entenderlo. Así que cualquier idea que allane el camino es bien recibida.

Antonio Linde, con su ponencia sobre el fotoperiodismo ilustrada con fotos célebres ahondó de manera más gráfica si cabe en el tema de la mañana: el fotógrafo capta la elocuencia del dolor. "Todo se hunde en el dolor, toda la elocuencia es del dolor", dijo recordando las palabras de Roberto Bolaño.

El sábado por la mañana lamentablemente me perdí las dos primeras charlas. Pude escuchar al director artístico del museo Thyssen, Guillermo Solana. Sus reflexiones sobre la museofobia, y lo que podríamos llamar la "díaléctica del museo". Museos hechos a base de expolios en países extranjeros, museos inmensos donde se concentra tal cantidad de tesoros descontextualizados que una se pregunta sobre el sentido de recorrerlos a la carrera dedicando unos segundos escasos a cada obra. Hizo alusión a Heidegger que ya en unas lecciones sobre el Teeteto de 1931 señalaba que la obra de arte ya no tiene su función propia, sino que existe para los visitantes de los museos y los viajeros americanos. Asistimos a una desnaturalización el arte.

Mucho antes, el pintor oficial de Napoleón, J.-L. David ya había hecho la observación cuando el gran general francés se traía los tesoros artísticos tras su campaña de Italia: "todo perderá su encanto fuera de su sitio". Y como visitante asidua de museos kilométricos, reconozco que la observadora que soy debe de poner mucho de su parte para intentar lograr la "experiencia estética" ante una obra y otra y otra y mil. Menos mal que los directores de museos trabajan para facilitar la visita del "Top ten".

La mañana del domingo fue rápida. Se leyó el ensayo premiado del certamente Oliva Sabuco que esta vez recayó en un filósofo santanderino. Después intervino Francisca Pérez Carreño de la universidad de Murcia que nos "entretuvo" hablándonos del "disenfranchissement" del arte, palabra inventada por un filósofo del arte americano. A. Danto. El arte se ha liberado de la filosofía en el siglo XX. La estética del XVIII, la parte de la filosofía que se dedica al arte, lo juzga como lo inútil, lo irracional, lo emotivo, lo subjetivo. Pero esto es una falacia porque todo lo humano excede lo racional. Los artistas aceptaron esa visión "racionalista" de que ellos se ocupan de lo sensible y oscuro.
Warhol con sus Marylin repetidas, Marcel Duchamp con sus "objets trouvés" liberan al arte de esa filosofía, ellos hacen símbolos artísticos producidos para ser interpretados artísticamente, no filosóficamente.

El arte en el siglo XX se va "desartistificando", se va convirtiendo en filosofía, es cada vez más conceptual. A. Warhol supo hacer filosofía desde su taller. ¿Por qué esto que es un bote de detergente expuesto en una sala del Tate Modern es arte si es idéntico al bote de detergente en el supermercado? es la misma pregunta de Descartes ¿cómo sé que sueño si el sueño es idéntico a la realidad?
Los artistas pioneros del siglo XX han puesto de manifiesto que la diferencia entre arte y realidad
no está en la apariencia. Ser y aparecer no se diferencian tanto.

La filosofía necesita del arte para legitimarse y definirse. Sólo hay filosofía cuando hay arte, es la actividad que puede hacer frente al escepticismo. Es la filosofía la que puede tener problemas de identidad una vez que la diferencia apariencia y realidad no está tan clara.

A su vez el arte plantea un problema político. El arte es peligroso, por eso Platón expulsa a los creadores de ficciones de su República. El peligro del arte es que hace mella en los espectadores más vulnerables. Sólo el filósofo puede distinguir lo censurable de lo necesario. Adorno opina que el arte auténtico no es peligroso, pero el arte inauténtico sí.

La industria cultural atonta al espectador al cancelar la distancia entre obra y espectador. La industria cultural es cómplice del poder. La etiqueta "arte" da libertad, es lo que piensa Adorno, que los artistas bajo esa etiqueta están protegidos y pueden hacer mucho más que cualquier otro colectivo.
La palabra "arte" neutraliza el contenido. En una sociedad democrática el artista tiene muy difícil ser peligroso. En una sociedad más vigilada cuando hay censura nos hacemos la pregunta: ¿qué es lo peligroso en este documental censurado? ¿el contenido o la interpretación que se hace del contenido?
Para el poder lo más prudente es tratar al arte como algo inocuo.

El arte no escapa al mercado. La artista Barbara Kruger accedió a elaborar la campaña publicitaria de unos grandes almacenes británicos. Consiguió llegar a un público que no va a visitar los museos ni sabe de "arte conceptual". Por un instante los clientes de los Selfridges pueden tener una experiencia estética mirando los carteles de la Kruger colgados del techo en el supermercado. La cuestión es si los clientes saben quién ha realizado esos carteles, para un buen conocedor de la artista son inconfundibles.

Luis Puelles de la universidad de Málaga nos preguntó ¿Dónde se encuentran filosofía y arte? Ambas toman posiciones respecto a la actualidad, no quedándose simplemente ante ella. Ver el presente y dotarlo de significación humana, traerlo ante nosotros. Coinciden en una función crítica, miran desde fuera la actualidad. Según Foucault esto es lo que plantea Kant en ¿qué es la Ilustración? la cuestión de la "actualidad".

Cada una de estas mesas fue seguida de un pequeño diálogo de los oyentes, demasiado pequeño a veces. Como ocurre en los museos, tanta belleza argumental desborda y no da tiempo a "masticar", disfrutar y discutir lo escuchado. Hay que añadir la lectura de los resúmenes de las comunicaciones presentadas a cada una de las secciones. Tres de los componentes del Mochuelo pusimos nuestro granito de arena al congreso en esa parte.

Paseamos y conocimos un poco mejor la Alcazaba y el centro histórico de Málaga. También algo de la historia de esplendor y decadencia de esta ciudad. Los bombardeos de la guerra civil por parte de ambos contendientes fueron terribles. Poco quedó en pie. Toda una imagen de como la filosofía y la historia de un país o se hace con el diálogo entre todos o entre todos la echamos por tierra.

Ana Azanza

No hay comentarios: