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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

martes, 10 de mayo de 2011

La banalidad del mal

Me han gustado mucho los vídeos que has tenido la gracia de colgar, Ana, en el blog de la Quinta. Una inteligencia como la de tu tocaya estuvo por encima de Tirios y Troyanos. Me han animado a profundizar en la filosofía de Jaspers, al que todavía no sé por qué la academia aprecia menos que a Heidegger. Siendo como fue mejor persona, me parece que también debió de ser mejor filósofo. Tal vez sea un prejuicio eticista o moralista lo que me lleva a pensar así, un prejuicio socrático-platónico en todo caso, pues es la idea del bien la que da sustancia y sentido al resto.

Interesante el concepto de "banalidad del mal". Creo que tiene raíces platónicas, o tal vez en la "teología negativa". El mal es insustancial y el malo merece nuestra risa y nuestra ironía, incluso tal vez nuestro sarcasmo.  Lo escandaloso es que el mal pueda hacerse por "sentido del deber", por "rutina", por mandato de la ley y, sobre todo, por vergüenza o miedo. Estos son los mismos motivos que nos pueden también hacer decentes y prudentes.

Es muy interesante la etimología de "banalidad", su raíz está asociada al franco 'ban' y al germánico 'Bann' con el sentido de coto, prohibición. "Banales" eran los medios de producción, tales como almazaras, fraguas, molinos, hornos..., bajo el dominio del señor feudal y de uso obligado por los habitantes de un dominio, que debían pagar por su uso al señor, a veces en especie: harina, aceite... De la misma raíz viene "bando" que Castilla adoptó en el XVI, según el sabio Corominas.

Banalidad o trivialidad del mal. "Trivial" es lo que se halla por las encrucijadas (del latín trivium, tres vías o caminos), por las encrucijadas históricas tal vez. O puede que el humano sea un ser que habita menesteroso en permanente encrucijada, ¿no?

La idea de la banalidad del mal me ha retrotraído a un libro que debí estudiar hace años, de José Luis Pardo, titulado así: La banalidad (Barcelona 1989), un libro en que se explica cómo la verdad, en la sociedad mediomasificada, se constituye en lo irrelevante y en lo olvidable, en las imágenes de los Mass Media...

Gracias por compartir.

1 comentario:

Ana A dijo...

en ese programa de Arte, no sé en cual, la propia Arendt le dijo a un amigo, no son cosas que ella ni nadie vaya a decir públicamente que Heidegger tendía a mentir.
Ella misma sin señalar a nadie y mucho menos a su amado Martín Heidegger en el programa que hizo para la tv alemana asegura que la idea de grandeza y superioridad y "sofisticación" que los intelectuales alemanes se hicieron de su propio país le parecía francamente ridícula.
En nuestro tiempo hemos llegado hasta ahí: no tiene nada que ver la sofisticación intelectual con la calidad moral de las personas como tales.
Y Heidegger es muy sofisticado intelectualmente, cuando le he dedicado horas seguidas, (sigo haciéndolo de vez en cuando porque quiero entender a uno de los más influyentes pensadores), creo que capto un poco de porqué es tan importante.
Pero luego como persona no convence. Son dos cosas distintas.
La vida es de lo más variado y las personas somos de lo más complejo.

Me gusta eso que añades sobre la etimología de banal, no sé si la Arendt lo sabía, no creo que supiera castellano.
Ella se refería con "banal" a la gente que hace el mal sin pensar, y por no pensar, irreflexivamente.

Estoy leyendo sus textos sobre la diferencia entre conocer y pensar.
Y pensar, reflexionar, no es actividad tan corriente, "como y a pesar de" lo que nos pueda parecer a los que nos dedicamos a la filosofía.
Es más bien raro, desgraciadamente.