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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

domingo, 16 de noviembre de 2014

STIEGLER CONTRA LA TONTERÍA SISTÉMICA



Ana Azanza

BERNARD STIEGLER, LUCHANDO CONTRA LA TONTERIA






El atracador que ha acabado filosofando. Y ha creado su propia academia en el campo, en Epinal le Fleuriel, donde cualquiera está invitado a unas prácticas filosóficas veraniegas.

Profesor en la Universidad tecnológica de Compiègne ha fundado Ars industrialis, para pensar las nuevas tecnologías. Derrida, Marx, Hegel, Nietzsche fuerons sus maestros.
Quiere hacernos salir de la tontería sistémica y es el objeto de su libro “Etats de choc: Tontería y saber en el siglo XXI”

La tontería es nuestro destino, no podemos escapar de ella, porque los pharmakon, los medicamentos son a la vez el veneno. Es lo que nos ocurre con la técnica.

Podemos salir del medio en qué vivimos, salir de la masa por la filosofía, la educación, la ciencia, la individuación es el nudo de la lucha contra la tontería.

Una frase se hizo célebre en Francia cuando un dirigente de la cadena TF1 llegó a decir que "todo tiempo de conciencia debe estar al servicio de los medios", somos cerebros cuya atención es susceptible de ser captada.

Estamos instalados en la tontería gracia a la sociedad industrializada y de los medios de comunicación.
La universidad produce saber que puede transformarse en tontería. Columbia, Harvard, Berkeley, los grandes centros del saber al servicio del reino de la tontería sistémica.
Polany ya vió venir que el predominio de la economía destruiría la sociedad. Hemos llegado a ello. Empezando por la destrucción de la familia.


Ejemplo de tontería que nos alcanza a todos, es nuestra disposición anímica al volante, el coche es un dispositivo que modifica nuestro comportamiento sin que nos demos cuenta. La tecnología puede producir nuevos posibilidades espirituales, de elevación=educación de la humanidad pero es también el veneno que nos atonta.
 
Incluso el libro con el que queremos sustituir nuestro pensamiento nos vuelve menores de edad (Kant).
La tontería es provocada por lo mismo que debería educarme. 

El primer filosofo se dio cuenta de que la tontería está a nuestro alrededor. Platón criticó la tontería practicada por la sofistica, no hay nada más peligroso que pensar que estamos pensando cuando en realidad los seguidores de los sofistas sustituyen la anamnesis por la escritura o lo escrito, la hipomnesis que cortocircuita el pensamiento.

También la proletarización descrita primero por Adam Smith y luego por Marx es otro género de tontería, el trabajador pierde el saber hacer, no cuenta su saber, la máquina sabe mejor lo que hay que hacer. El obrero pierde parte de su humanidad, porque lo que hace ya no abre el mundo (ouvrier, ouvrir, abrir), en todos los oficios artesanos antiguos albañil, carpintero, tejero, alfarero, los obreros abrieron el mundo, hacían mundo. En este punto  Destruido por la organización industrial de la producción que acaba con el trabajo “hecho migas”.

Tontería y saber se componen el uno con el otro constantemente, y los sabios a menudo son los más tontos.

En nuestro uso del tiempo optamos por individualizarnos, a través de actividades que abren el mundo, o por desindividualizarnos, como cuando dejamos que los medios de comunicación aprovechen “nuestro tiempo de cerebro disponible” para distraernos con infinitos y variopintos mensajes que nos llevan de acá para allá

El postestructualismo sembró la duda de si merecía la pena luchar contra la tontería. Steigler opina que aunque nunca estamos seguros de haberla vencido siempre podemos combatirla. Opina que muchos intelectuales franceses se han desanimado y han acabado por aceptar la tontería sistémica en vez de criticarla.

Un ejemplo de tontería sistémica es que Alan Greenspan el director de  la Reserva federal americana (1987-2006) dijera que no podía hacer nada porque había perdido el saber de la economía, sometida  a los vaivenes del mercado global del dinero, todo depende de los ordenadores donde esos procesos tienen lugar.  Steigler se rebela contra ese estado de hecho al que llama estado tóxico del pharmakon, es decir, en este caso la escritura digital de la finanza domina en vez de ser dominada por los que supuestamente deberían tener el saber. Se impone una terapéutica de la economía política y de sus instrumentos financieros.
La economía mundial no puede seguir en manos de técnicos economistas, especialistas sin sabiduría. Nadamos en esa tontería sistémica gracias al economicismo.



Que el capitalismo organiza y reorganiza el choque tecnológico nos lo enseñó Schumpeter. Pero la aceleración del choque tecnológico en las últimas décadas nos deja a todos noqueados, tenemos la impresión de estupidez ante tan rápido avance. Cada nuevo choque cortocircuita nuestros sistemas de individuación. Detrás del cortocircuito tiene que construirse una nueva forma de individuación e inteligencia colectiva.

Stiegler considera que sólo las universidades pueden ir más allá del derecho internacional, del lugar en el que la naciones hacen contratos, para producir un espacio planetario. Las universidades pueden colaborar entre ellas y tienen que contribuir a la vida económica e industrial bajo ciertas condiciones. Pueden trabajar el campo de la agroalimentación, las nanotecnologías, la energía nuclear, conservando la libertad académica. Sin que sea la industria la que dicte las condiciones de la investigación.
Gracias a las nuevas tecnologías se desarrolla un saber extraordinario que está fuera de las universidades y que Stiegler llama “investigación contributiva o contribuidora”.
La digitalización es la nueva forma de escritura y precisa un nuevo contrato intergeneracional. 
No hemos sabido pensar la finanza mundial ni la globalización, y tras años de crisis financiera, seguimos buscando los conceptos para superar la tontería. 

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