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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

miércoles, 26 de octubre de 2016

CEGUERA Y CINE



LA CEGUERA EN EL CINE
 Ana Azanza

Nos ha dado mucha alegría este primer hijo filosófico en forma de libro de nuestro compañero Marcos y lo celebramos en la última reunión del Mochuelo. De alguna forma “La ceguera en el cine” es un libro emparentado con nuestras conversaciones filosóficas y nos consideramos un poco “tíos” del mismo. Al menos quien esto escribe. Cinéfilo empedernido, Marcos Serrano quería escribir un libro sobre cine diferente a todos. La película Las cenizas de la luz  de Majid Majidi le decidió a hacerlo desde un enfoque tan personal como es el tema de la ceguera.


El cine se convierte en esta obra en una experiencia estética y humana por igual. Por una parte porque como bien dice su autor ha visto mucho, muchísimo cine y se nota. El conocimiento de la historia y el mundo del séptimo arte que tiene Marcos es envidiable. No hubiera despintado nada en la tertulia que tenía José Luis Garci en la 2 de televisión española. Dudo mucho de que los habituales comentaristas, entre ellos un ex Fiscal General del Estado que pasó antes por la tele, superaran en sapiencia cinematográfica y sobre todo capacidad de disfrutar de las películas que destila “La ceguera en el cine”.
 La ceguera en el cine. Análisis crítico de 125 películas sobre personajes invidentes
Marcos ha hecho una selección de 125 películas, no está todas las que son, los editores han puesto límites y al final han salido 700 páginas, eliminando unas cuantas decenas de películas que merecerían comentario. En la selección figuran filmes de los cinco continentes y de todo tipo de géneros: comedia, biopic, del oeste, cine bélico, histórico, musical, de terror….etc. La  primera película comentada es una española de 1906, una joya de la cinematografía patria, quien lo iba a decir, y la última de 2014. El elenco de estilos y estética es vasto, pues son películas hechas en 50 países diferentes.

No hay películas de animación y el autor da fe de que habla y comenta sólo y exclusivamente sobre las películas que ha visto.

El libro comienza con algunas interesantes reflexiones sobre la ceguera en el habla cotidiana. Hace un repaso de escritores y artistas varios marcados en sus obras o en sus personas por esta discapacidad. Trae curiosidades del mundo que me llevan a preguntarme dónde se mete Marcos para averiguar los hechos más insospechados, como por ejemplo la existencia de un teatro ciego en Buenos Aires, en el que se representa a oscuras.

Dada la formación filosófica del autor hay abundantes consideraciones filosóficas que salpican el libro, sin que se haga en absoluto pesado, están bien traídas y son aptas para todos los públicos. Por ejemplo su reflexión sobre el peso del platonismo en la cultura occidental que nos ha llevado a valorar excesivamente la luz y lo visible despreciando y no cultivando el resto de los sentidos. Al final la ceguera y el ciego son sinónimos de irracionalidad o de maldad en muchas de las manifestaciones culturales que nos caracterizan.

Antes de dar paso al grueso del libro ocupado por el comentario detenido de las 125 películas hay un repaso temático que va seleccionando ya algunas obras especialmente interesantes. Por ejemplo el tratamiento cinematográfico de la ceguera ha dado lugar a grandes historias de autosuperación. ¿Quién no recuerda El milagro de Anna Sullivan? Otros titulos del estilo: Sin ti, Las mariposas son libres.
La angustia que crea la ceguera sobrevenida aparece en Una mujer en la playa (1947), Perfume de mujer (1974) y La prueba (1991). En esta última hay un interesantísmo planteamiento filosófico sobre angustia y confianza salvadora.

Otro capítulo se detiene en los filmes en los que el personaje no es ciego pero descubre que debido a una enfermedad perderá la vista. Marcos nos recomienda razonadamente Bailar en la oscuridad, La última mirada (2006), Amarga victoria (1939).

Un asunto interesante es la situación psicológica del ciego que recupera la vista o del ciego de nacimiento que logra curarse en parte y no reconoce lo que le rodea. De este tema se han ocupado con más nivel científico películas recientes como Ilusiones ópticas (2009), A primera vista (2005) y la citada Las cenizas de la luz (2005) que por el título y el amor que le profesa Marcos me parece que es un film indispensable. También se atreve el autor con un capítulo sobre cine y discapacidades multisensoriales. Aquí figura otra citada con profusión Jonnhy cogió su fusil, además de El aceite de la vida (1992) y Agnosia (2010).

La pérdida de la vista psicológica, sin causas fisiológicas, ha sido tratada por Woody Allen en Un final made in Hollywood o en Mesmer (1994) personaje que inspiró una novela a Sloterdijk,  y una buena parte de su crucial Esferas. No podía faltar en el cine el tratamiento del amor entre ciegos o entre ciego y no ciego. A este respecto Perfect sense (2011) se plantea qué ocurriría si la ceguera se convirtiera en pandemia generalizada en el planeta. Amores ciegos (2008) es una ilustración fílmica de que la manida frase “la belleza está en el interior” no deja de ser verdad aunque estemos hartos de oírla sin creer en ella.

Me ha llamado la atención que la primera película comentada extensamente del elenco sea una película española de 1906: El ciego de la aldea. Se se fija precisamente en un tema tan fundamental para la literatura española como es el personaje ciego y pobre. Otras del ciego mendigo son la mejicana Los olvidados y la japonesa La balada de Orín. No se puede dejar de lado el tema de la infancia y la ceguera, como en la célebre y maravillosa Slumdom Millionaire  o la iraní las tortugas también vuelan. Lo mismo que la ceguera en la vejez ha dado lugar a títulos e historias insospechadas que leyendo a Marcos despiertan la curiosidad, por ejemplo, la película finlandesa Cartas al padre Jacobo (2009).

En el capítulo de los detectives ciegos tenemos Eyes in the night (1942) o La partícula de Dios (2011). Hay películas de terror en los que aparecen ciegos Terror ciego o Sola en la oscuridad. No se ha olvidado de los documentales, a este respecto impacta lo que nos transmite el autor sobre En el país del silencio y la oscuridad (1971), un reportaje sobre la vida en Alemania de las personas sordociegas.
Y la parodia que no me pienso perder tras la lectura de este libro es Un cadáver a los postres (1976).

Más temas que no detallo pero que merecen su comentario son los ciegos luchadores como el monje Shaolin de Kung Fu. Hay otros Films que se entretienen en ilustrar los fenómenos paranormales ¿cómo sería la vida si tras un trasplante de ojos la persona percibe la realidad que veía la donante? Hay cegueras inventadas y hay Apocalipsis y ceguera como en Soy leyenda (2007).

Del apartado sobre las películas comentadas con detenimiento que forma la parte más importante del libro he de reseñar que me ha recordado especialmente las sesiones de cine que Marcos ha dirigido en esta década larga de “reuniones mochueleras”. En un par de páginas hace una descripción deliciosa, ágil, viva de la película. Se detiene en las circunstancias de su creación, del director, actores, incluso de la producción o de lugar que ocupa en la filmografía de su autor. Todo un plano de situación que logra “abrir el apetito cinematográfico”. En todos estos años las presentaciones de Marcos breves e incisivas nos daban unas pinceladas que van derecho al núcleo de la cuestión, y esa manera de hacer se nota en este libro. Me parece reseñable lo bien escogidos que están los titulos que resumen la esencia de cada film. Además de que enseña cuestiones que sin ser directamente cinematográficas aportan conocimientos interesantes.

Destaco un par de pinceladas de las primeras que he visto: el autor francés de cine mudo Abel Gance, no muy conocido y sin embargo esencial en el desarrollo del lenguaje propio del cine cuando todavía era mudo. Así mismo señalo la obra del español Florían Rey La aldea maldita (1930) que refleja algunas constantes de nuestra historia. La propia biografía de este cineasta para mí desconocido añade una miseria más a nuestras miserias nacionales.

En definitiva un libro muy bien escrito, con una prosa ágil que se deja leer y sobre todo que invita, incita a ver cine, más cine por favor.
Ya estamos esperando su segundo vástago literario que también promete con tema bastante más polémico. Enhorabuena Marcos por esta “Ceguera en el cine”.



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